Autobiografía

Era el 25 de junio del 2009, estaba completamente enojada y estresada porque, por razones aún desconocidas, no me habían aceptado en el colegio Comfandi El Prado, así que mis padres decidieron llevarme al colegio Comfandi Miraflores, el cual no me agradaba mucho; me parecía un lugar algo desagradable y raro. Recuerdo que tenía que ir a una cita con la psicóloga del colegio para ver si me adaptaba al cambio de un colegio a otro; me hizo muchísimas preguntas, me dijo que le mostrase mis notas de primaria y que saliera a esperar al pasillo hasta que me llamara ya que tenía que realizar una prueba restante. Me senté en la recepción y vi a una niña muy bonita, su sonrisa era muy alegre; tenía un vestido naranja, dos colitas y noté que tenía algo raro en un diente. Ella era alguien a quien ya había visto en las pruebas pasadas que me habían hecho, pero no me había detenido a observarla.
La psicóloga llamó a las personas que estaban esperando afuera a entrar a la sala, nos dio unos formatos en los cuales teníamos que escribir qué esperábamos del colegio y qué queríamos ser cuando fuésemos adultos; recuerdo que en ese entonces yo quería ser una gran pediatra, pese a ello, actualmente no estoy estudiando para eso, me estoy preparando para ser economista. Mientras estaba realizando la actividad, se me partió la punta del lápiz y no tenía tajalápiz, así que decidí pedirle a la persona sentada atrás mío que me presase su lapicero y a decir verdad, me demoré unos diez minutos tomando valor para poder hablarle a alguien que no conocía porque era muy tímida (bueno, aún lo soy). Casualmente la persona de atrás era la misma niña del vestido naranja, le di las gracias y, al acabar la prueba, se lo devolví. Al salir de la prueba nuestros padres no estaban, por lo que ella empezó a hablar conmigo; me preguntó mi nombre y qué hacía en el colegio; yo le pregunté lo mismo y, adicionalmente, le pregunté qué era lo que estaba en su diente en el diente (Tenía un tipo de hueco en el diente por exceso de calcio en su gestación). Yo no era nada buena para continuar con las conversaciones, a pesar de esto ella no se incomodó por la pregunta; es más, con dicha pregunta es que empezamos a hablar sin pena, con más libertad y hasta nos reíamos.
El primer día de escuela me volví loca buscando a esa niña, no la encontraba en ningún lugar y se fueron yendo las horas, entonces me resigné a que no la vería nunca más cuando consideré la posibilidad de que ella no había pasado las pruebas. Me llevaron al salón del grupo 6-2, grupo al cual me habían asignado. Me senté en la primera silla de la fila porque no conocía a nadie y no quería hacer contacto visual, me sentía muy incómoda. Mi papá me había regalado un cuaderno nuevo y como yo me moría por usarlo, empecé a escribir las cosas importantes que decía nuestra directora de grupo y mientras anotaba, se me partió la punta del lápiz y de nuevo, no tenía tajalápiz. Medité mucho el hecho de hablarle a alguien ya que nadie se veía amigable, hasta que la profesora procedió a dictar las fechas de exámenes así que pensé que era de suma importancia apuntarlas. Por ende, le pedí un lapicero a la persona que tenía atrás y casualmente, era ella, la misma niña del vestido naranja con su sonrisa abrasadora. Un sentimiento de tranquilidad me invadió el cuerpo, su sonrisa me hacía sentir en calma.
Pasó el tiempo, esa niña del vestido naranja se convertiría en la persona que, hasta hoy, es mi mejor amiga. Éramos inseparables a lo largo del bachillerato, forjamos una amistad muy hermosa, nos teníamos mucha confianza y compartimos diversos momentos muy significativos para mí. Todo era muy ameno hasta que tuvimos una serie de peleas y desacuerdos que nos llevaron a terminar con la amistad por cierto tiempo, el cual se me hizo eterno; fue una de las épocas más tristes que he tenido en el poco tiempo de vida que llevo. Nos dejamos de hablar, ni siquiera nos saludábamos, ella trataba de hablar conmigo y yo igual, pero nos ignorábamos como si nada pasase, pasamos de ser inseparables a tratarnos como desconocidas. Intentamos ir con una psicóloga, sacar momentos para hablar, escribirnos para no agredirnos verbalmente pero nada de eso funcionó, pensábamos que era el fin de todo; me sentía vacía, traicionada, ignorada, solía llorar casi que a diario. A causa de esto, tuve una época bastante sentimental y me decidí a recuperar esa amistad, ese periodo de mi vida que había sido tan importante y que no quería dejar ir. Así que el 9 de mayo del 2014 dialogamos y decidimos retomar nuestra amistad como si no nos conociéramos y de esta manera, empezamos a recuperas por pedazos esa hermosa relación que habíamos perdido.

Me gustaría decir que ella es una de las personas más importantes que tengo en mi vida actualmente y que la quiero muchísimo, ella ya no es sólo una amiga, ella es parte de mi familia. Inclusive, ella ha sido una de las personas más influyentes para formar a la persona que soy hoy en día, su participación en mi vida fue crucial para que mejorara muchos aspectos de mi personalidad y cambiase para bien. Con ella he pasado muchísimas cosas y espero que nuestra amistad dure muchos años más.


CORRECCIÓN



Pequeñas amistades, grandes impactos



Era el 25 de junio del 2009, estaba completamente enojada y estresada porque, por razones aún desconocidas, no me habían aceptado en el colegio Comfandi El Prado, así que mis padres decidieron llevarme al colegio Comfandi Miraflores, el cual me parecía un lugar algo desagradable y raro. Recuerdo que tenía que ir a una cita con la psicóloga del colegio para ver si me adaptaba al cambio de un colegio a otro; me hizo muchísimas preguntas, me dijo que le mostrara mis notas de primaria y que saliera a esperar al pasillo hasta que me llamara, ya que tenía que realizar una prueba. Me senté en la recepción y vi a una niña muy bonita, su sonrisa era muy alegre; tenía un vestido naranja, dos colitas y noté que tenía algo raro en un diente. Ella era alguien a quien ya había visto en las pruebas pasadas que me habían hecho, pero no me había detenido a observarla.

La psicóloga llamó a quienes estábamos esperando para entrar a la sala, nos dio unos formatos en los que teníamos que escribir qué esperábamos del colegio y qué queríamos ser cuando fuésemos adultos, recuerdo que en ese entonces yo quería ser una gran pediatra, pese a ello, aunque actualmente no estoy estudiando para eso. Mientras estaba realizando la actividad, se me partió la punta del lápiz y no tenía tajalápiz, así que decidí pedirle a la persona sentada atrás mío que me prestara su lapicero y, a decir verdad, me demoré unos diez minutos tomando valor para hablarle a alguien que no conocía, eso debido a que era muy tímida (bueno, aún lo soy). Casualmente, la persona de atrás era la niña del vestido naranja; le di las gracias y, al acabar, se lo devolví. Al salir noté que nuestros padres no estaban, por lo que ella empezó a hablar conmigo, me preguntó mi nombre y qué hacía en el colegio; yo le pregunté lo mismo y, adicionalmente, le pregunté qué era lo que estaba en su diente (Tenía un tipo de hueco en el diente por exceso de calcio en su gestación). Yo no era nada buena para continuar con las conversaciones, pero, a pesar de esto, ella no se incomodó por la pregunta, es más, empezamos a hablar sin pena, con más libertad y hasta nos reíamos.

El primer día de escuela me enloquecí buscando a esa niña. No la encontraba en ningún lugar, me resigné a que no la vería nunca más, consideré la posibilidad de que ella no había pasado las pruebas. Me llevaron al salón del grupo 6-2, al que me habían asignado. Me senté en la primera silla de la fila porque no conocía a nadie y no quería hacer contacto visual; me sentía muy incómoda. Mi papá me había regalado un cuaderno nuevo, como yo me moría por usarlo, empecé a escribir las cosas importantes que decía nuestra directora de grupo, mientras anotaba, se me partió la punta del lápiz de nuevo, no tenía tajalápiz. Medité mucho el hecho de hablarle a alguien, ya que nadie se veía amigable, hasta que la profesora procedió a dictar las fechas de exámenes, por lo que pensé que era de suma importancia apuntarlas. Por ende, le pedí un lapicero a la persona que tenía atrás y , casualmente, era ella, la misma niña del vestido naranja con su sonrisa abrasadora. Un sentimiento de tranquilidad me invadió el cuerpo, su sonrisa me hacía sentir en calma.

Pasó el tiempo y esa niña del vestido naranja se convirtió en la persona que, hasta hoy, es mi mejor amiga. Éramos inseparables a lo largo del bachillerato, forjamos una amistad muy hermosa, nos teníamos mucha confianza y compartimos diversos momentos significativos para mí. Todo era muy ameno hasta que tuvimos una serie de peleas y desacuerdos que nos llevaron a terminar con la amistad por cierto tiempo, el cual se me hizo eterno; fue una de las épocas más tristes que he tenido en el poco tiempo de vida que llevo. Nos dejamos de hablar, ni siquiera nos saludábamos, ella trataba de hablar conmigo y yo igual, pero nos ignorábamos como si nada Sucediera. Pasamos de ser inseparables a tratarnos como desconocidas. Intentamos ir con una psicóloga, sacar momentos para hablar, escribirnos para no agredirnos verbalmente, pero nada de eso funcionó, pensábamos que era el fin de todo. Me sentía vacía, traicionada, ignorada, solía llorar casi que a diario. A causa de esto, tuve una época bastante sentimental y me decidí a recuperar esa amistad; ese periodo de mi vida que había sido tan importante y que no quería dejar ir. Así que, el 9 de mayo del 2014, dialogamos y decidimos retomar nuestra amistad como si no nos conociéramos. De esta manera, empezamos a recuperar por pedazos esa hermosa relación que habíamos perdido.

Me gustaría decir que ella es una de las personas más importantes que tengo en mi vida actualmente y que la quiero muchísimo; ella ya no es sólo una amiga, ella es parte de mi familia. Inclusive, ella ha sido una de las personas más influyentes para formar a la persona que soy hoy en día. Su participación en mi vida fue crucial para que mejorara muchos aspectos de mi personalidad y cambiase para bien. Con ella he pasado muchísimas cosas y espero que nuestra amistad dure muchos años más.

4 comentarios:

  1. Me gusto bastante Natalia, deberíamos comentarle a Valentina :D

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  2. Porque tu siempre seras la mejor en mi vida¡ Siempre vas a pertenecer y ser parte de mi¡

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  3. Hola Natalia.
    En general disfruté leerte, aunque lo que más me agradó, fue el desenlace de tu historia, un desenlace feliz como el que siempre la gente tiende a esperar. Eres muy detallista para hacer tantas precisiones de momentos que supongo fueron hace mucho tiempo, gracias a ello lograste que pudiera imaginarme toda la historia, desde como serias cuando pequeña y tu amiga que jamás he visto hasta como intentarías dirigirte hacia los demás en medio de tu timidez. Me gusta como escribes, quizá alguna letra demás pasó desapercibida, pero nada que pudiera alejarme de tu texto. Gracias por compartirlo.

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  4. Es una autobiografía bien estructurada, atrayendo al lector de forma constante, hace buen uso de los signos de puntuación. Lo único en lo que se puede mejorar, es en brindar al texto más detalle en momentos donde se narra la amistad y como es la personalidad de tu amiga, para así poder concluir la forma en que te logro agradar tanto; Pero en general me encanto como muestras el inicio de una relación y como un problema ya fuera irrelevante o no, genero la separación entre las dos, sin embargo el deseo o la necesidad de perdurar la amistad, fue lo que más me cautivo. En resumen estuvo muy bien escrito.

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